DELFINA DE ACHÁVAL I SALUD MENTAL

Soy una convencida de que crear momentos de silencio podemos tomar a favor de nuestra salud mental.
Todos en general solemos repetir frases como «se hizo un silencio incómodo», y pareciera que le vamos adjudicando mala fama. Sin embargo, el silencio también puede ser reflexivo, introspectivo, valioso y hasta muy agradable.
Brindarnos espacios de silencio nos permite conectar con nuestro interior. A veces vivimos rodeados por tanto ruido que ni siquiera podemos escuchar nuestros pensamientos, y mucho menos nuestras emociones.
Por eso, es importante empezar a regalarnos momentos de quietud. Y no necesariamente deben ser solitarios. De hecho, en una conversación, hacer una pausa y responder algo pensado es mucho mejor que una respuesta rápida solo por llenar el vacío.
Una forma divertida de hacerlo es realizar en familia o con amigos alguna actividad en la que la conversación no sea el objetivo principal, y entonces ver qué aparece. Jugar a las cartas, armar un rompecabezas, pintar mandalas o cualquier actividad que requiera de las manos son buenas ideas.
Tal vez parezca contraintuitivo que jugar pueda ayudarnos a cultivar el silencio y la conexión en nuestra vida. Pero en esta sociedad obsesionada por el hacer, jugar es algo subestimado e infravalorado, a veces incluso ridiculizado.
Es que sentimos que es inútil, cuando en verdad el hecho de que lo sea es lo que lo vuelve valioso.
Jugar por jugar, sin un objetivo ni un plan, es vital para ser felices. Una buena vida incluye momentos de risa, diversión, juegos y también silencio. Podemos jugar para conectar con otros, para aprender nuevas habilidades y aumentar nuestra autoestima cuando incorporamos una sensación de logro. Cualquier juego analógico con otros nos relaja y mejora nuestros vínculos, porque no nos hace sentir presionados a hablar o mirarnos a los ojos. No hay silencios incómodos. Eso permite que la charla surja naturalmente a su ritmo, y ahí es, precisamente, donde empieza la magia.
¿Probamos?
«A VECES VIVIMOS RODEADOS POR TANTO RUIDO QUE NI SIQUIERA PODEMOS ESCUCHAR NUESTROS PENSAMIENTOS”