Eduardo Galeano nació en Montevideo en 1940 y desde muy joven se volcó a la escritura y al periodismo, con una sensibilidad aguda por lo humano, lo político y lo poético. Fue redactor y editor de medios como Marcha y Época, y su compromiso con la justicia social lo convirtió en una figura incómoda para las dictaduras del Cono Sur. Por ello, se exilió primero en Argentina y luego en España, hasta regresar a Uruguay en 1985.
Su obra más icónica, Las venas abiertas de América Latina (1971), lo consagró como una de las voces más influyentes del continente. El libro, prohibido por regímenes militares, narra con crudeza y belleza la historia de la explotación de América Latina desde la conquista hasta el siglo XX. Pero Galeano no fue solo un autor político: fue un poeta de la historia, un artesano de la palabra.
En sus trilogías Memoria del fuego y Espejos, combinó historia, microrelatos y filosofía para iluminar las vidas y luchas de quienes nunca tuvieron voz en los libros de texto. Su estilo, inconfundible, mezcla lo íntimo con lo épico, lo cotidiano con lo universal.
Falleció en 2015, pero dejó un legado inmenso: el de contar la historia desde abajo, desde la piel y desde el corazón. Galeano no escribió para adornar la realidad, sino para revelarla. Y en ese gesto, nos enseñó a mirar con más profundidad, más ternura y más rebeldía.
«Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, puede cambiar el mundo.» — Eduardo Galeano
