Por @rosalia.larocca

Ayudar a Ayudar
Hay historias que merecen ser contadas. Y la de Pamela Martínez es una de estas. Su testimonio es prueba de resiliencia, empuje, tenacidad y corazón. Si fuera la contratapa de un libro diría que esta historia se trata de una niña que creció en una familia muy humilde, que tuvo una adolescencia problemática con adicciones, pero que logró transformarse y junto con esa experiencia transformar a la sociedad.
Hace 10 años Pamela Martínez fundó Ombijam, una organización sin fines de lucro que busca contribuir en la convivencia pacífica, acercar brechas sociales y fomentar la transformación de quienes buscan reconstruir sus vidas. Desde su fundación, esta organización ha sido una fuerza impulsora en la vida de personas privadas de libertad, liberadas y sus familias, ofreciendo un apoyo integral que trasciende los muros de la cárcel.
Mediante distintos programas de apoyo, Ombijam no solo se ha centrado en el proceso de reclusión, sino que abraza la compleja transición que enfrentan las personas al reintegrarse en la sociedad.
Durante esta década la organización ha logrado que más de 450 personas hayan transitado alguna actividad de su pedagogía, nucleando a más de 150 voluntarios que colaboraron en distintas áreas. En números, se han impartido más de 1.000 horas de capacitaciones y más de 2.000 horas de yoga, traducidas en 120.000 minutos de respiración consciente.
El aniversario de Ombijam es la excusa para encontrarnos con su fundadora y hablar de su historia, el inicio de la organización y los desafíos del porvenir.
¿Qué acontecimientos o experiencias de su vida la han impulsado a fundar una organización como Ombijam?
Diría que fue un conjunto de experiencias. Por una parte, provenir de una familia de dos o tres generaciones de pobreza estructural, que han vivido en asentamientos. Eso es algo que, por más que casi en todo mi desarrollo de vida no lo experimenté, indudablemente está en mi ADN. Esta parte de mi historia me ha generado mucha conciencia social y desde siempre busco volcarla en acciones. Empecé de joven con el voluntariado, trabajando con personas con discapacidad, consumo problemático o en situación de calle. Colaboraba en distintas campañas para recolectar abrigo o alimento. También otra experiencia que me marcó mucho fue haber tenido yo misma problemas de consumo en mi adolescencia. En un momento de mi vida, después de haber recibido muchas oportunidades por las que me siento profundamente
agradecida, decidí devolver un poco de lo que se me había dado.
¿Por qué Ombijam?
Ombijam significa semilla. Hay un momento en que la semilla empieza a echar raíces y a crecer hasta dar fruto. Creo que esa metáfora refleja un poco lo que es el sentir de este proyecto. Muchas de las personas con las que trabajamos tienen algo de mí en mis diferentes etapas de vida. Los traumas están muy presentes en quienes tienen problemas de consumo, están en situación de calle o pasan por la cárcel. Tengo mucha empatía con ellos, no los veo como pobrecitos ni me veía a mí misma como pobrecita. Esos traumas son heridas y de alguna manera, por mi experiencia, tengo la capacidad de ver esas heridas abiertas. Mi vocación y mi profesión como terapeuta me ha ayudado mucho a poder acercarme e intentar colaborar y contribuir para que, en el mejor de los casos, las heridas empiecen a sanar.
¿Cómo recuerda el proceso de creación de la fundación?
La verdad es que fue un proceso bastante orgánico. En el año 2014 inicié con el proyecto Yoga y Valores en Cárceles, en la Unidad 6 de Punta de Rieles. De a poco fuimos transitando de una manera muy presente cada programa y cada acción nos iba llevando a otro espacio. Hablo en plural porque, si bien empecé el proceso sola, con el tiempo fui encontrando personas que resonaron con esos propósitos y con causas que tuvieran un impacto en la comunidad. Así fuimos creando un equipo del cual me siento profundamente orgullosa y bendecida. La clave siempre ha sido la cooperación: de una idea de una persona, se formó un grupo de voluntarios y así nació una organización civil con marco jurídico. De Yoga y Valores en Cárceles surgió una metodología de trabajo, que actualmente estamos implementando. El Círculo de Abordaje Integral Multidisciplinario (CAIM) tiene varios programas para que las personas que ingresan a la fundación puedan transitar procesos con contención y capacitaciones, obteniendo respuestas a las necesidades que van surgiendo en cada etapa. Es muy importante que la persona pueda ir fortaleciéndose hasta llegar a acceder a un trabajo, aunque este no es el único fin. En este proceso nos construimos como mejores personas y eso nos toca a todos: integrantes, voluntarios, directorio y yo misma como fundadora. Además, el CAIM tiene un banco laboral que hace convenios con empresas que pueden brindar cupos laborales para
personas que transitan por los diferentes programas y realizan un buen proceso. El objetivo es lograr justamente la reinserción sociolaboral y seguir fortaleciéndolas en su autonomía.
¿Cómo reciben esta oportunidad los reclusos y sus familias?
Al principio fue como una sorpresa porque, por lo menos en la unidad donde empecé, nunca había habido prácticas de yoga. Era una cárcel de hombres, por lo que consideraban que era una práctica no muy adecuada para ese lugar. Sin embargo, mi tenacidad hizo que probáramos. Fuimos con un programa piloto y terminamos trabajando ocho años en esa unidad. Con el tiempo, las personas que participaban del programa fueron encontrando no solamente un sentido para poder ir y practicar, sino que me atrevería a decir que llegó a ser parte de una necesidad porque era el momento de calma. Incluso recuerdo que muchos esperaban el día de la clase para tomar decisiones importantes relacionadas a ellos mismos o a sus familias.
¿Qué efectos tiene el yoga en personas que están privadas de libertad?
El yoga ayuda a gestionar las emociones, a calmar la mente, a bajar la intensidad de los impulsos agresivos, a construir vínculos más fuertes, a manejar la incertidumbre, tan presente en ese contexto. En el ámbito de la cárcel, ante cualquier chispita, lo más fácil es explotar. Sin embargo, de a poco se empezó a ver cómo los integrantes de Yoga y Valores se iban transformando. Diría que te fortalece interiormente para que frente a la misma situación puedas tener una perspectiva distinta. Es un yoga terapéutico que busca contribuir a la sanación. Esto es aplicable a cualquier persona, pero muy especialmente a quienes están en este contexto. Parece algo simple, pero es muy poderoso el hecho ir cambiando esas reacciones por actitudes más racionales. Algunos aprenden a meditar antes de actuar en caliente. Cambia hasta la manera de expresarse, de caminar, de andar. Empiezan a tener mejor higiene. Poco a poco el programa se convierte en una plataforma para que todo lo se aprende
dentro del salón, se expanda a otros espacios. Las propias familias ven los cambios porque empiezan a conectar más y desde otro lugar. Por supuesto que mentiría si dijera que esto sucedió con todos. Pero sí con muchos y es muy emocionante. Emociona porque con el tiempo empezamos a conocerlos, compartimos charlas, conocemos sus sueños.
¿Qué desafíos tiene la organización de cara al futuro?
Los desafíos son constantes, esa es la realidad, aunque me gustaría decir que no porque eso significaría que cada vez hay menos personas en contexto de vulnerabilidad. En este proceso de 10 años, notamos que ese número está creciendo y desde Ombijam intentamos contribuir con el máximo esfuerzo. Ojalá cada vez podamos encontrar más personas capaces de valorar estas oportunidades y más personas que puedan brindarlas. Es muy importante que toda la comunidad de alguna manera colabore para que quienes están en situación de calle o tengan alguna problemática, sean apoyados. Los invito a reflexionar sobre qué tipo de comunidad estamos siendo. Al ayudar a los más vulnerables, ganamos todos. Porque seremos cada vez más libres, habrá cada vez menos rejas, nos sentiremos cada vez más seguros y seremos una
sociedad más sana y feliz.
Ombijam, además de proporcionar diferentes capacitaciones y contención emocional, colabora estrechamente con empresas y empleadores locales para facilitar oportunidades laborales significativas y sostenibles. Este enfoque integral no solo promueve la autonomía económica, sino que también fomenta un sentido de propósito renovado entre los beneficiarios.
El lunes 5 de agosto se realizará un encuentro en conmemoración a los 10 años de la organización, donde a través de una propuesta experiencial se dará a conocer el trabajo y la evolución de la organización. Quienes quieran acceder a los tickets o ser patrocinadores pueden contactarse a [email protected].
Para muchas familias Ombijam representa un camino hacia la reconciliación y la esperanza después de tiempos difíciles.